En velero hasta el Delta del Ebro
Se presentó toda la tripulación a Port Olimpic de Barcelona. Allí recibieron su primera gran noticia: «no vamos a ir a Baleares». De sobras sé que la mayoría de alumnos tienen en mente ir a Baleares en este tipo de escapadas de fin de semana en barco. Y estoy convencido que no les hizo demasiada gracia que el patrón les echara por tierra sus planes.
Les comenté que el parte meteorológico daba poco viento y que ya que eran prácticas de vela, había que buscar al viento ante todo. A regañadientes, y después del preceptivo check-in de seguridad, estanqueidad y gobierno, zarpamos rumbo sur con viento fresco de gregal.
La inesperada sorpresa
A las pocas millas navegadas tuvimos una grata sorpresa. 2 ballenas a pocas millas de la bocana sur de Barcelona resoplaban delante de nuestra proa. Pasaron rápidas pero al menos una la pudimos observar perfectamente. Siempre es una alegría ver que quedan mamíferos tan grandes en nuestro castigado mediterráneo, y pasando a tan sólo escasas 3 millas de Barcelona.
La noche se desarrolló con un régimen perfecto de guardias. Los avezados alumnos se esforzaron en aprender el manejo del radar y el AIS que asisten a nuestro Malpelo, un Bavaria 50′ Cruiser.
La calma
Tuvimos durante la travesía caídas de viento, pero la tripulación con tenacidad, supo aguantar y tener la paciencia suficiente para que el velero volviese a inflar sus velas y continuar su singladura. Siempre comento que es más difícil superar una encalmada que un temporal. Cuesta resistirse a poner motor cuando las velas gualdrapean sobre la jarcia y ves pasar las horas inexorablemente.
El Cabo de Salou ya estaba cerca, y estaba convencido que el mistral «lo vent de dalt» nos recibiría con los brazos abiertos. Así fue, y de nuevo el Malpelo arrancó. La alegria de la tripulación con las primeras horas de sol se hizo evidente, y desencadenó en un copioso aperitivo y comida, después de la lógica práctica de vela con apuntes incluidos y algún que otro baño. Estábamos a punto de acabar nuestra ruta en velero hasta el Delta del Ebro.
Descubriendo l’Ampolla
Sobre las 16:00h recalamos en el pequeño y recoleto puerto de l’Ampolla, un lugar que me trae muchísimos recuerdos y con muy buenos amigos navegantes en la zona. Después de dejarnos un amarre de cortesía en el muelle de levante, y no sin alguna preocupación por la baja sonda, conseguimos abarloarnos y empezar a disfrutar de la puerta del delta del Ebro.
Algunos nos resistimos a la necesaria siesta y recorrimos el lugar. Un agradable paseo por el puerto, un café en el Club Náutico l’Ampolla con unas maravillosas vistas, y una visita a los viveros «Devimar». A la vuelta, siguiendo un camino que permite disfrutar de las vistas del Delta, presenciamos el pesaje del Campeonato de Catalunya de curricán y pudimos ver algunas preciosas capturas de palometas y llampugas. ¡Aquí aún hay pesca!
Finalmente vuelta al barco, y ahora sí, una breve siesta reconfortante antes de la cena. Decidimos acudir al restaurante Can Piñana, un clásico de la población, con una calidad muy aceptable y un ambiente y vistas extraordinarios delante del mismo puerto. Esta población atesora el aliciente de que el propio puerto, aún muy de ambiente pesquero, está situado en el mismo corazón de la población, lo que le confiere un encanto especial.
Un arroz con bogavante, bien regado con un Ribera del Duero y un brindis con cava por las millas navegadas, fue el magnífico colofón para despedirnos de l’Ampolla. Sobre las 12:00h volvimos a poner rumbo a Barcelona para llegar sobre las 15:00h. a Port Olimpic.
Saber apreciar las pequeñas cosas
Finalmente estoy convencido que el viaje ha merecido la pena. Baleares seguirá siendo para los alumnos un destino prioritario y la travesía ya les está esperando como un reto personal para cualquier navegante. Por mi experiencia esta zona sigue siendo muy desconocida para muchas personas, incluso de Barcelona. Si quereis descubrirlo os propongo esta sencilla ruta de navegación por el delta del ebro.
El paisaje diferente, la gente, y su rica gastronomía son algunos de los encantos que me apasiona compartir. Nuevos patrones y nuevos amigos que compartirán nuestra pasión por el mar y por sus gentes. ¡Buena proa a todos ellos!
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